
Desde la antigüedad los ayunos han sido considerados como un infalible remedio contra cualquier enfermedad. Se mencionan en las antiguas escrituras esenias y maniqueas, en el antiguo y nuevo Testamento… En la antigua Grecia, grandes filósofos, pensadores y médicos descubrieron, experimentaron y promovieron los efectos terapéuticos del ayuno. Hipócrates, Platón, Sócrates, Aristóteles, Galeno, entre otros, elogiaron los beneficios del ayuno. Pitágoras exigía a sus estudiantes que ayunasen antes de entrar a sus clases. En el siglo XVI, el médico suizo Paracelso, uno de los tres padres de la medicina occidental, decía que «el ayuno es el mejor remedio; es el médico interior».
A partir del siglo XIX, el estudio del ayuno terapéutico comenzó a vivir su época de mayor difusión. Cada vez más eran los médicos e investigadores de tendencia naturalista que dedicaron su tiempo al estudio de los efectos beneficiosos del ayuno.En Alemania, nación de los Heilpratikers (médicos curativos o naturópatas), preconizaron el ayuno los doctores Adolph Mayer, S. Möller, Riedlin, Kapferer y Buchinger, entre otros. El médico ruso-alemán Dr. Von Seeland escribía que «el ayuno es un terapia del mayor grado posible».El Dr. Christian Gustav Adolph Mayer afirmaba en una de sus obras: «El ayuno es el medio más eficaz para corregir cualquier enfermedad». El Dr. Möller escribió que «el ayuno es el único método evolutivo natural mediante el cual, a través de una depuración sistémica, se puede recobrar gradualmente la normalidad fisiológica».
En 2016 el Dr. Yoshinori Ohsumi, un biólogo celular japonés, recibió el Premio Nobel de Medicina por su descubrimiento de los mecanismos de la autofagia, es decir, el proceso que realizan las células para eliminar sus deshechos. Auto (uno mismo) y Fagia (comer) significan, literalmente, “comerse a uno mismo” o “autodigerirse”. La mayoría de los tejidos de nuestro cuerpo se reciclan y reemplazan sus células con regularidad. Curiosamente, en todos sus estudios el Dr. Oshumi utilizó el ayuno para incitar al cuerpo a descomponer las células tóxicas gracias al aumento del óxido nítrico que se produce durante la restricción de alimentos.
También otro Premio Nobel de Medicina, el bioquímico belga Christian de Duve, fue galardonado en 1974 por descubrir los lisosomas, algo así como el “estómago de las células”. Se trata de unos organelos celulares esféricos que se encargan de la digestión celular, es decir, de consumir los tejidos desgastados o dañados, bacterias, virus y otros desechos que se acumulan en las células. Esta “basura”, con la ayuda de los lilosomas, se recicla y se transforma en nuevas células.
Cuando este mecanismo natural de reciclaje no funciona las células dañadas y sus componentes comienzan a acumularse en el cuerpo. El ayuno es un mecanismo también natural para incitar la autofagia, es decir, activar la descomposición de las células tóxicas.
Pasemos ahora a explicar en que consiste el ayuno intermitente, uno de los muchos tipos de ayuno que existen y que puede convertirse en un hábito de forma relativamente sencilla. El ayuno intermitente consiste en ingerir alimentos durante ciertas horas al día y mantener en ayuno el resto del día. La práctica es la llamada 16/8, es decir, ayunar durante 16 horas y comer durante 8 horas al día. Aunque esta es la más extendida existen otras, como por ejemplo ayunar uno o dos días a la semana, o uno o dos días al mes.
La práctica más habitual consiste en ayunar 16 horas al día haciéndolas coincidir con las 8 horas de sueño y comiendo en las 8 horas del día que cada persona eliga, por ejemplo, si la última comida del día es a las 9h de la noche la primera puede ser a la 1h del mediodía y esto te permite hacer las comidas normales de esos momento, comida y cena.
El ayuno intermitente tiene múltiples beneficios para nuestro organismo, entre ellos podemos encontrar algunos como los siguientes:
- Ayuda a reducir la mortalidad y retrasa el envejecimiento, tanto a nivel físico como a nivel de nuestro organismo.
- Reduce los indicadores de inflamación.
- Ayudan a mejorar nuestro perfil lipídico, es decir, nuestro colesterol, además de reducir los triglicéridos.
- Tienen efectos positivos sobre nuestra plasticidad neuronal.
- Incluso ayudan a limitar el crecimiento de células cancerígenas.
- En lo que a la composición corporal se refiere, ayudan a retener masa magramientras perdemos grasa.
- También ayudan a mejorar la sensibilidad a la insulina y mejoran el uso de la glucosa como sustrato energético.
- Mejora la capacidad de autocontrol: en muchas ocasiones pensamos que tenemos hambre, pero no es un hambre real, es un hambre más bien falso, así que si somos capaces de “vencerlo”, mejoraremos nuestra capacidad de autocontrol.
